Quiero empezar siendo completamente sincero, y por eso he de decir que cuando decidí viajar a Ourense el pasado 1 de mayo para ver a Pardo, estaba emocionado por volver a hacerlo, pero no las tenía todas conmigo, ya que la primera vez fue durante el pasado Rock Soul Fest, y temía que el inolvidable ambiente que vivimos en Salason pudiese haber nublado mi juicio, y que lejos de aquella atmósfera maravillosa que compartimos en Cangas pudiera bajar del pedestal en el que lo subí después de lo que yo recordaba como una actuación memorable.
A pesar de todo, me dirigí al Café Cultural Auriense, en la Praza do Correxidor, y aunque no lo conocía, la verdad es que cumplió con creces todas las expectativas que habían generado en mi quienes me lo describieron como un sitio espectacular, ya que realmente lo es, y lo es por muchos motivos… por lo acogedor, por lo cálido, por el aroma a buenos ratos que se respira en cuanto entras, y para que negarlo, por ese licor café que tienen… en fin, uno de esos sitios a los que no te cansas de volver.
Ya sólo faltaba Pardo, y llegó acompañado del gran Miguel Martínez Miquelini al contrabajo y esta vez por Alberto a la batería sustituyendo a Adrián Seijas. Quizás era mera intuición, pero fue verlos subir al escenario y todos los afortunados que nos encontrábamos allí esa noche nos dimos cuenta al instante de que no iba a ser una noche cualquiera.
La verdad es que sólo tardamos un segundo en comprobarlo, lo que tardó su inmensa voz en apoderarse del silencio reinante y llenar la sala de pura música… en un instante su voz, su guitarra, el contrabajo y la batería se fundieron para hacernos disfrutar a todos como sólo los grandes pueden hacerlo, y a mi en particular para atestiguar que el altar en el que le había colocado semanas antes tendría inquilino para mucho tiempo.
El recital que nos ofrecieron durante toda la noche contó con varios temas de su primer disco, como ‘Waitin’ to the other side’ (que da nombre al disco), ‘I’m tired’ o la versión del ‘Everybody is talkin’ de Harry Nilsson, que no sería la única de la noche, ya que también pudimos disfrutar de lo lindo con su versión de ‘Ain’t no sunshine when she’s gone’ de Bill Withers. No podían faltar temas de su último trabajo (Let it stay), como ‘Song IV’, ‘He’s sleeping on your back’, o la balada que da nombre al disco, ‘Let it say’, que le sirvió a Pardo para confesarnos antes de arrancarnos otra carcajada que Miquelini utiliza gafas de sol porque se emociona con este tema y no para parecerse a Bob Dylan.
Por si eso fuera poco, entre temazo y temazo, y bastantes risas también (sus pausas entre canciones no tienen desperdicio), la noche también sirvió para que nos presentara algunos de los temas que incluirá en su próximo disco, varias letras en español que nos dejaron con la boca abierta, porque a pesar de ser nuevas, estas canciones sonaron como si llevasen tocándolas toda la vida, dejándonos más claro todavía (aunque no hiciera falta) de que había tal derroche de talento en el escenario que era imposible que algo sonara mal.
Pero lamentablemente todo tiene su fin, y el final llegó con otro temazo ‘Ahí vienen los cuervos’, que puso un colofón soberbio a una noche en la que los tres, Néstor, Miguel y Alberto se empeñaron en que fuera inolvidable.Y lo consiguieron.
Salúd y ¡Rock & Soul & Things!
Óscar Roma
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