Día de romería en Salason, y es que desde hace ya cuatro años la visita de The Delta Saints a la sala canguesa se ha convertido casi en una fecha de culto para los amantes del rock ¡Y nunca nos defraudan!
Con disco nuevo bajo el brazo y un nuevo baterista que acabó siendo el gran protagonista de la noche, llegaban a un pueblo donde no solo despiertan gran admiración, si no que tienen el cariño y la amistad de mucha de la gente habitual de la sala, algo que ellos adoran y que les hace disfrutar sobre este escenario de un modo que les es imposible ocultar.
Con el cartel de "sold out" colgado de la puerta, en la sala se respiraba el ambiente de las grandes fechas, y los mas escépticos que pensaran que tras tantas visitas el concierto podría ser repetitivo se dieron cuenta en el primer tema de lo equivocados que estaban.
Creo que no voy a decir nada nuevo de esta banda que no se sepa. Los nuevos temas de su reciente álbum "Bones" suenan como un cañón en directo. Muy bien trabajados y desarrollados, desde el "Sometimes I Worry" con el que abrieron, hasta los "Zydeco", el "Heavy Hammer" o el propio tema que da nombre al disco. Me gustó mucho lo bien que sonaban sobre todo si tenemos en cuenta el poco tiempo que llevan defendiendolos sobre las tablas. ¡Mucho talento!
Habitualmente, y mas en una banda con dos guitarristas como son Ben y sobre todo Dylan, los dueños de las seis cuerdas suelen destacar por encima de todo lo demás. Sin duda lo hicieron, pero ya el año pasado me sorprendió por encima de todo el magnífico trabajo de Nate a los teclados, siempre dándole cuerpo a los temas y sobresaliendo en sus solos, cosa que volvió a repetir este año. Pero sin duda en esta ocasión se merece mención especial la sección rítmica. Vincent Williams era el nuevo y no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero llegó un momento en que a los pies del escenario solo se hablaba de él y muchos eramos incapaces de desconectar de su potente y virtuoso modo de hacer sonar esa batería. Con su corpulencia, sus gafas de sol y su camiseta de Brooklyn uno no se esperaba semejante despliegue de sutileza y talento a los bombos. Era tan bueno que incluso mejoró al ya de por si excelente bajista que es David Supica, que constantemente se iba hacia atrás a lanzar miradas y sonrisas complices a su nuevo compañero rítmico. Lo vi disfrutar como un enano a David sobre el escenario.
Con semejante puñado de artistas juntos solo puede salir buena música, y temas ya míticos como el "Drink It Slow", "Chicago", "Deathe Letter Jubilee", "A Bird Called Angola" o la apoteósica "3000 Miles"sonaron como nunca, demostrando que cada año que pasa crecen en madurez.
Solo nos queda esperar que el año que viene vuelvan de nuevo de la mano de Teenage Head Music y Gravelroad76 para disfrutar una vez mas de uno de los días marcados en rojo en el calendario del rock gallego. Como último apunte agradecerles el esfuerzo enorme que hicieron para salír al escenario y dar semejante show de mas de dos horas tras haberse enterado unos minutos antes de saltar a las tablas de la barbarie que lamentablemente comenzaba a suceder en ese mismo instante en Paris. Mantener el tipo con eso en la cabeza no es fácil pero si que es de agradecer. Grandes en todos los aspectos.
Salúd y ¡Rock & Soul & Things!
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