El adjetivo festivo nunca tuvo un significado tan grande como el que alcanzó este año el día del Pilar en La Iguana Club, y es que el ambiente que allí vivimos a golpe de miércoles gracias a King Khan & The Shrines fue exactamente eso: festivo.
Eran aproximadamente las 22:30h cuando la banda saltaba al escenario de La Iguana sin su frontman. Ocho músicos ni más ni menos, eran tantos que el teclista tuvo que tocar fuera del escenario, metido entre el público que estaba en las primeras filas. Con unas peculiares vestimentas, sobre todo la sección de viento que iban ataviados con capas, arrancaron con una intro en la que el guitarrista le hizo una presentación teatral y llena de energía a King Khan, que aparecería entre el público con su pelo oxigenado y un mono de licra abierto hasta el ombligo y con dos agujeros en cada nalga, como formando un ocho en pleno trasero... ¡Empezaba bien la cosa!
La verdad es que una vez superado el shock de la impactante imagen de la banda y sobre todo de Khan, quedabas más alucinado si cabe con la espectacular voz del músico canadiense y con la increible precisión de los ocho músicos que le acompañaban y que sonaban absolutamente compactos.
A pesar de que uno podría pensar que el espectáculo iba a recaer por completo sobre los hombros de este peculiar frontman, todos y cada uno de los miembros de los Shrines demostraron ser unos auténticos showmans a la par que buenos músicos. Desde el guitarrista, que no dejaba de echarse hacia delante, colgarse de la pasarela que hay sobre el escenario o asociarse para montar espectáculo con el bajista (que al principio parecía el más tranquilo pero que acabó por tocar tumbado boca arriba sobre las tablas de La Iguana), todos y cada uno nos dejaron momentos de locura. Ni siquiera la sección de viento se mantuvo a parte de la fiesta, aunque salvo uno de los saxofonistas estuvieron bastante más estáticos que el resto de la banda durante el bolo (seguramente por la falta de espacio), e incluso el percusionista, tapado durante todo el concierto por sus compañeros, se vino arriba mientras la banda desaparecia para que se pidiese el riguroso bis, en el que King Khan regresaría tan solo con unas botas, una capa y unos shorts, eso si, con el mismo ocho que tenía el mono en el trasero.
Mención especial se merece Fredovitch, que lejos de cortarse por estar tocando fuera del escenario, no dejó de subirse a las tablas durante todo el bolo, de saltar y de levantar el teclado sobre su cabeza una y otra vez, ganándose tanto a la gente que acabó el concierto volando sobre las cabezas del propio público.... ¡Una bestia!
En cuanto al set se centraron sobre todo en su último trabajo "Idle No More", y nos dejaron mucho Funk, Soul, Rock Garagero, R&B, Psicodelia e incluso pinceladas de Punk. Pura explosividad muy bien vendida por el show que ofrecen y perfectamente ejecutada por unos músicos que tan pronto están tocando su instrumento como haciendo percusión con una de las múltiples panderetas que había por todo el escenario.
Seguramente en esta crónica se me hayan pasado por alto muchas cosas, pero pasaron tantas durante el concierto que era casi imposible no perderte algún detalle de alguno de los músicos, lo que si está claro es que vivimos uno de los mejores shows del año, uno de esos en los que la gente se agolpa contra la primera fila enloquecida por el espectáculo, y es que lo de esa noche en La Iguana fue una fiesta de esas que no olvidas en la vida, si no estuviste... lo sentimos de verdad. Sin duda Khan se tiene bien ganado el apelativo de "Rey".
Salud y ¡Rock & Soul & Things!
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