viernes, 11 de noviembre de 2016

¡Bailando como pollos sin cabeza!


Pues he de reconocer que me va a costar hacer una crónica en la que pueda hablar con propiedad de MFC Chicken como banda musicálmente, pues no había acabado el primer tema y ya estaba deseando tirar la cámara y ponerme a bailar como un poseso, y aunque aguanté un rato más el tirón acabe precisamente así, invadido por las ganas de bailar como todo el mundo en Salason, una Salason que fue (nunca mejor dicho) un auténtico gallinero.

La verdad que el ambiente y la expectación a golpe de miércoles era increible, y eso que no abundan este tipo de bandas hoy en día, pero el entusiasmo con el que los amantes del Rock And Roll y el R&B defendían a esta banda y animaban al resto de la gente durante las semanas anteriores, hizo que se registrase una entrada muy buena en la sala canguesa.


En cuanto salió la banda londinese a escena ataviados con sus geniales trajes, en un alarde ejemplar de lo que debe ser cuidar la imagen de una banda, ya la cosa pintaba bien, algo que se confirmó en cuanto sonó por primera vez el saxo tenor de Spencer Evoy, que con su traje, su peinado y sus gafas te hacía recordar inevitablemente a Buddy Holly.


Arrancaron con "Royal We" y fue ya ahí como os contaba cuando a uno le daban ganas de dejarlo todo y ponerse a bailar al ritmo de una banda que no solo era divertida, si no que tocaban de cojones (con perdón). Spencer se lleva el protagonismo por ser la voz y sobre todo porque es una bestia al saxo, hasta tal punto que te distraía totálmente la atención del resto de los músicos, y eso que la banda tiene mucho nivel y no paran de moverse ni un solo instante.


Alberto Zioli a la guitarra tenía un toque de R&B y de Garage increíble, además de cantar en más de un tema. Zig, al bajo, arrasaba por su tremenda presencia tanto tocando las cuatro cuerdas como sobre el escenario, con sus gafas de sol, sus impresionantes zapatos y su manera de moverse en las tablas. Detrás, a las baquetas, Ravi quedaba un poco eclipsado por la fiesta que el resto montaban delante, pero no lo suficiente como para no dejar patente que era un buen batería que manejaba los trepidantes ritmos de la banda con soltura. Por último, Dan Criscuolo (el joven cura) que al principio estaba en su esquinita tan tranquilo a los teclados, se fue poco a poco soltando, primero con las maracas y luego con la guitarra, a la que acabaría agarrado casi todo el concierto mientras tocaba profundamente bien y se dejaba la piel animando a todo ser viviente que estuviese en Salason, tanto bajo el escenario como sobre él.


Realmente podría ponerme a ennumerar canciones porque entre otras cosas tengo una foto del set list... ¡Pero que más da lo que tocasen y en que orden! Lo que hicieron fue poner a bailar a todos les guste más o menos el Rock And Roll cincuentero, dejarse la piel como pocas bandas que han estado por aquí en los últimos años, y todo eso hacerlo sin perder la elegancia, la simpatía y el buen humor.


Entre las lindezas que nos dejaron estaba el observar a Spencer peinandose entre tema y tema, verlo tocando tirado en el suelo de la sala o sobre la barra con Zig y Dan, un Dan que acabaría volando al igual que Alberto, que además acabó fuera de la sala porteado por un grupo de los habituales y simpáticos descerebrados que acuden a Salason. ¡Una auténtica locura de gallinero!


En resumen, estos "pollos" saben lo que se hacen, tocan de la leche y son lo más divertido que te puedes hechar en cara, tocaron hora y media pero pareció media hora por lo bien que lo pasamos. Esperamos que vuelvan pronto de Londres porque ha sido sin duda el concierto más divertido que hemos vivido en mucho tiempo. One chicken, two chicken, three chicken!!

Salud y ¡Rock & Soul & Things!


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