domingo, 8 de marzo de 2015

DeWolff: talento, elegancia y pasión desde Holanda.


Hay fechas que se marcan en rojo en el calendario, y la visita de DeWolff a Cangas era sin duda una de ellas. Que se colgase el cartel de "sold out" demuestra el calibre de la banda que nos visitaba.

Un servidor los conoció por casualidad el día del concierto que The Vintage Caravan ofrecían en la misma sala allá por septiembre del año pasado. En los instantes previos de dicho concierto las pantallas de Salason mostraban las imagenes de un espectacular concierto de tres chicos que además sonaban de un modo indescriptible, eran De Wolff. Unas semanas despues se confirmaba su visita a Cangas, y desde entonces el 7 de marzo pasó a ser "la fecha".

Con puntualidad británica comenzaba el concierto, y aunque es una frase que ya se esta convirtiendo en tópico, desde el primer acorde demostraron su calidad, con un sonido que no es que fuese bueno, ¡era apoteósico!














Parece mentira que tres chicos tan jovenes tengan semejante discografía a sus espaldas, pero llama mas aún la atención el espectacular sonido que consiguen en directo. Compacto, potente, sin fisuras...es increible lo sincronizados que están y lo absolutamente poco que se echa en falta un bajista en la formación.

Del mismo modo que comienza su último trabajo "Grand Southern Electric", arrancaban la maquinaria sobre el escenario. "Stand Up Tall" era la elegida para un inicio que sin duda pretendía elevar a la gente, objetivo cumplido con creces.

Con el primer tema ya se veía que iba a ser un set list corto pero con temas muy largos...y así fué. Letras muy breves y solos kilométricos en los que a pesar del inconfundible aroma a rock psicodélico inglés que desprenden sus temas, las influencias de los Allman Brothers eran mas que evidentes. Temas como "Satilla Nº3" o el "Yellow Rat Magic Blues" perteneciente a su primer trabajo, nos dejaron momentos soberbios, sobre todo el solo de esta última que os menciono, que dejó asombrado a practicamente toda la sala, que no daba credito al espectáculo que estaba viviendo.










Salason es una sala llena de gente pasional, a la que les gustan los conciertos trepidantes y sin bajones, pero cuando este power trío bajaba los pistones era con fundamento, y si te detenias y escuchabas las sutilezas de su sonido, entrabas en trance con temas lentos pero soberbios como "Medicine", que siguieron enlazando sin darte un respiro ni para ir a por una cerveza a la barra.

No se me ocurre ningún pero que ponerle a la banda. Pablo van de Poel es un guitarrista soberbio, de gusto muy exquisito, al que le gusta jugar con el reverb y que aunque no lo hace mal, deja lo de cantar en segundo plano, centrándose en tocar la guitarra y dotando a sus temas de la mínima letra imprescindible.














Su hermano Luka es un bateria muy setentero, al estilo Bonzo, muy espectacular, ofreciendo constantes solos con mucho bombo, pero tirando de platos cuando debe. Siempre es una dificultad añadida ser un batería en un trío, y a pesar de su juventud lo sabe llevar de vicio.

A los teclados Robin Piso nos dió un recital de como tocar el órgano, llevando el peso rítmico de modo sensacional y llamativo. Con una pedalera tan grande que ni la mayoría de guitarristas la lleva, nos dejó momentos en los que parecía evadirse del escenario mientras agitaba su cabeza y ponia sus ojos en blanco, y otros de auténtica locura piniendose en pie e incluso haciendo de percusionista en algún tema. ¡Maravilloso!

Acabaron empujados como es habitual en estos lares por el público, ofreciendo todo lo que tenían dentro, que era mucho, y cerrando con un trío de temas de los que ponen a la gente en estado de extasis absoluto, como fueron "Crumbling Heart", "The Pistol" y para terminar "Don't You Go Up The Sky", tras la cual los tres acabaron sobrebolando las cabezas del respetable simultaneamente, algo exagerado hasta para Salason.










¿La conclusión? Concierto sublime de los que se recordarán toda la vida, dan ganas de empadronarlos y hacerles tocar un día cada semana. Son una banda con un gusto exquisito para tocar, y con sobrado taletnto para llevar ese gusto de buen modo al escenario. Son a pesar de su juventud enormemente disciplinados pero a la vez pasionales, y se nota que cuidan hasta el mas mínimo detalle no solo de su sonido, si no incluso de su imagen, que para nada es casual. Un enorme orgullo haber podido verlos en directo, y esperando repetir pronto.

Salúd y ¡Rock & Soul & Things!



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