lunes, 23 de mayo de 2016

¡Alabado seas Laurence!


Pocas veces uno tiene la suerte de contemplar auténtico y puro talento a un palmo de sus narices... y seguramente algo parecido dije cuando hace un año nos visitaba a Cangas Laurence Jones, pero aproximadamente un año después ese talento se ha ido puliendo, y su segunda visita ha sido la total y absoluta apoteosis en Salason... y solo tiene 23 añitos aún...

Si el año pasado ya había levantado expectación, con una buena entrada sobre todo teniendo en cuenta que era domingo, en esta ocasión le sobró tiempo para agotar los billetes, y llenar una sala que viviría una de sus noches más mágicas, en la que los continuos gestos de admiración hacía el joven guitarrista y su banda se sucedían entre todos los presentes a cada instante, a cada punteo y a cada gesto de sus dos manos moviendose sobre el mastil y las cuerdas de su guitarra.


En cuanto salió al escenario, tras su nuevo y buenísimo baterista Phil Wilson y el enorme bajista Roger Innis, ataviado con una chupa de cuero negro y esa sonrisa descarada de niño travieso, ya levantó la primera obación, y se comenzaría a ganar la segunda con el primer tema del set "Souhtern Breeze", un tema muy pegadizo incluido en su segundo trabajo "Temptation", donde mostró que lo que vimos el año pasado solo era el inicio de una carrera que puede no tener techo si sigue evolucionando de tal modo.

Con el ambiente ya caldeado tras este pistoletazo de salida, se lanzó con "Good Morning Blues", un tema quizá más crudo, tras el cuál caería "Don't Need No Reason", un tema que te mete el ritmo en el cuerpo quieras o no. Aquí ya había calentado y empezaba a dejarnos momentos de echarse las manos a la cabeza, y es que los tres estaban enchufadísimos, con muchas ganas de agradar.


A continuación nos dejó un auténtico regalo para nuestros oídos, que solo de recordarlo se me ponen los pelos como escarpias. En "Got No Place To Go" vivimos uno de los grandes momentos musicales de la noche con un tema al más puro estilo del "Since I've Been Loving You" de Led Zeppelin, una balada con un solo que fue un verdadero deleite para los sentidos... ¡Bestial! Tras ese glorioso pedazo de cielo que nos regaló, nos dejó el primer homenaje, a Stevie Wonder ni más ni menos, con una adaptación del "Higher Ground" que sinceramente ponía en un compromiso a la original o a la famosa versión de los Red Hot Chili Peppers.

Con "Thunder In The Sky", el tema que da nombre a su primer álbum, nos dejó ver la impresionante evolución que ha experimentado desde que lo grabara en 2012. Prosiguió con tres temas de "Temptaction", disco que cobró un enorme protagonismo en este bolo. "Can't Keep Living This", la rockera "Follin' Me" y "Fall From The Sky" sonaron una tras otra.


Habíamos llegado a un momento en el que tanto la banda como el publico estaban en un extasis de tal calibre que ya cuesta recordar con precisión todo lo que sucedió. Tras una intro espectacular nos regalaba una soberbia adaptación del "Cocaine" de Eric Clapton, que puso en órbita a todos y que además sería la antesala de los momentos de más química con Phil y sobre todo Roger, que este año estuvo más apartado hacia un lado, pero que cada vez que se echaba hacia delante te dejaba boquiabierto manejando su monstruosidad de bajo, que con seis cuerdas le permite marcar unos ritmos y conseguir unos registros que pocos bajistas se pueden permitir con un bajo convencional.


Todavía sonaron temas como "Soul Swamp River" o "What's It Gonna Be" antes de que se tomaran un pequeño respiro para un bis que sería la locura total. Con "Everiday I Have The Blues" cerraban una noche perfecta con piques graciosísimos entre Roger y Laurence, gente volando (entre ellos el propio guitarrista) y otra multitud de locuras que eran la muestra de la química existente entre músicos y público. Todos lo pasamos genial, y verles a ellos sobre el escenario con una sonrisa de oreja a oreja es el mejor ejemplo de lo que fue la noche. Abajo por supuesto todo era felicidad, todos teníamos la sensación de haber visto algo que posiblemente sea dificil de volver a ver en una sala pequeñita de pueblo, pero quien sabe, nosotros esperamos que esto se convierta en costumbre, y el heredero del blues vuelva a visitarnos con su sonrisa picara y sus endiablados dedos dotados de magia. ¡Alabado seas Laurence!

Salud y ¡Rock & Soul & Things!



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